miércoles, 11 de abril de 2012

Juegos de finanzas. Juegos inhumanos.


¿Hasta dónde vamos a llegar? Diariamente nuestros gobiernos nos piden comprensión. Comprensión hacia las subidas de impuestos, por los recortes continuados, por la eliminación de los elementos y servicios públicos. Y todo, bajo el amparo de un discurso común: hay que apretarse el cinturón en estos tiempos tan difíciles de crisis.

Es fácil hablar de austeridad cuando cobras varios sueldos que rozan los límites de lo indigno o cuando tu trabajo es estar detrás de una mesa intentando beneficiar a tu partido.

Pero la presión del cinturón es muy diferente para aquellos trabajadores que incluso se tienen que sentir afortunados por poder seguir siéndolo. A veces, aprieta tanto que se siente como el nudo de una soga que ahoga en la horca.

Quizás esto es lo que sentía el farmacéutico jubilado que decidió poner fin a su vida hace unos días en Grecia. Mayor carga simbólica era imposibleAnte el Parlamento griego, en plena Plaza Sintagma (símbolo de las protestas ciudadanas del país), el anciano quiso despedirse antes de meterse un tiro gritando: “No quiero dejar deudas a mis hijos”.

Cómo debe de apretar ese cinturón para decidir poner fin a una vida. Demasiado. Muy difícil de imaginar. Pero a este hombre, que en su país es considerado como un héroe de lucha contra el sistema, le pareció la mejor solución “antes de tener que buscar comida en la basura”, tal y como dijo en su nota de despedida.

Las reacciones no se han hecho esperar y Grecia vive de nuevo las protestas en sus calles. Protestas de unos jóvenes que culpan y responsabilizan directamente al Gobierno de la muerte de este hombre que sólo quería intentar poner fin a sus deudas y, no viendo la solución, intentó buscar una salida digna y reivindicativa tras 77 años de vida.

“El Gobierno, había aniquilado toda posibilidad para mi supervivencia”. Estas son las palabras que se recordarán.

Nuestros políticos deberían reflexionar ante el ascenso de suicidios (un 69% en Grecia) en los países ahogados por la crisis. Quizás es necesario más humanidad y menos juegos de finanzas entre los amigos de Europa.

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